miércoles, 11 de noviembre de 2015

DOS TEMAS NOVELA

De la realidad a la ficción, de la literatura al periodismo
Clemencia Ardila J.

La división tradicional entre escritura de ficción y de no ficción ha sido cuestionada (en particular, a partir de los años sesenta del siglo XX) desde distintos frentes de la actividad literaria y cultural por el trabajo de novelistas, periodistas, dramaturgos, historiadores y sociólogos cuyas obras1 se caracterizan por la combinación deliberada de la veracidad documental con los procedimientos narrativos propios de la literatura de ficción.
Esta situación cobra relevancia y adquiere nuevos matices en el contexto de la literatura colombiana contemporánea en la que puede observarse cómo esta transposición se traduce en una hibridación de géneros, a partir de la cual surge, quizá, una nueva propuesta literaria, una singular manera de dar cuenta de diversas problemáticas sociales y culturales, que reclama ser analizada con el fin de precisar sus características generales.
A tal propósito obedece el análisis que a continuación se presenta de algunas obras de dos escritores colombianos, Laura Restrepo (1950) y Juan Gabriel Vásquez (1973), quienes se destacan en el ámbito nacional e internacional tanto por sus novelas, como por sus crónicas2 y, lo más importante, por franquear los límites entre la realidad y la ficción de forma tal que en sus escritos puede observarse la confluencia de técnicas y procedimientos literarios y periodísticos.
De forma explícita, por demás, estos autores declaran servirse de las estrategias propias del periodista en el proceso de investigación que precede a la escritura de sus novelas. Laura Restrepo, quien comenzó a escribir y a dar clases de literatura desde muy joven –17 años–, toma del periodismo el método y la disciplina para recolectar información, documentos y testimonios acerca de una situación, de una persona en particular, de un grupo social. Dice en una de sus entrevistas:
Antes de ser escritora, trabajé como periodista, y antes de eso, hice política durante muchos años y siento que en el proceso de escribir novelas pervive tanto la persona que hizo política como la periodista.
El hecho de escribir pasa por dos fases, la de encerrarme por meses reconcentrada con mis apuntes y mis libros y el computador, pero también, pasa por meses de andar afuera, de viajar, averiguar, preguntar, de meterme en las casas de la gente, de buscar. Eso tiene mucho en común con la tarea del reportero que por ningún motivo dejaría de hacer (Sánchez-Blake, 2001: 59).
Como bien lo señalan sus palabras, su ejercicio de escritora de ficciones no se diferencia de la del reportero en esa primera etapa de recolección de la información. En igual sentido se pronuncia Juan Gabriel Vásquez quien, como cronista y autor de ficción, ha recorrido desde los viajes de Joseph Conrad hasta el frío europeo, pasando por recónditos parajes orientales. Para Vásquez el oficio de la literatura no está exento de investigación y, por eso, del mismo modo en que procede el periodista, procura "que los primeros meses de contacto con un material que me parece novelesco estén bastante anclados en la realidad, cimentados en los testimonios de gente que haya vivido el hecho" (Ospino Pereira, 2010).
Según puede observarse en las declaraciones de estos autores, los procedimientos propios del periodismo nutren su ejercicio como escritores de ficción. Pero tal situación, que por demás es ya un lugar común, no merecería destacarse si no fuera porque ingresa al mundo ficcional como estrategia narrativa, en el caso de Restrepo, y como motivo temático en varias de las novelas de Vásquez. Los apartados que siguen se dedican, en su orden, a cada uno de estos asuntos y serán analizados en las siguientes novelas de estos escritores, a saber: La novia oscura (1999) y Hot Sur (2012) de Laura Restrepo y en Los informantes (2004) e Historia secreta de Costaguana (2007)3 de Juan Gabriel Vásquez.

1 Son casos ejemplares escritores como Truman Capote, Norman Mailer, Tom Wolfe, Gay Talese, Leonardo Sciascia, Ryszard Kapuscincski, Günter Wallraff, Manuel Vásquez Montalbán, Manuel Vicent, Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez y Tomás Eloy Martínez; dramaturgos como Rolf Hochhuth y Peter Weiss; historiadores como Jan Myrdal, Georges Duby, Carlo Ginzburg y Ronald Fraser; y sociólogos, antropólogos y sicólogos como Studs Terkel, Oscar Lewis, Miguel Barnet y Oliver Sacks.
2 Actividad que ejercen de manera frecuente en periódicos como El País de España, El Tiempo de Colombia, las revistas colombianas Soho y El Malpensante, entre otros.
3 Premio Qwerty al mejor libro de narrativa en castellano (Barcelona); Premio Fundación Libros & Letras al mejor libro de ficción (Bogotá) 2007.

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La novela colombiana reciente ante el mercado...
Paula Andrea Marín Colorado
  
El gusto1 lector como distinción La idea del mercado como un factor que dinamiza las producciones literarias está presente desde mediados del siglo XVIII en Europa, debido a la desaparición del mecenazgo y a la emergencia del escritor profesional. En Colombia, esta figura aparece a finales del siglo XIX —con la fundación de Bedout una de las primeras editoriales (Cobo Borda)—. Es decir que, desde hace un poco más de un siglo, el mercado hace parte del establecimiento del campo literario colombiano. ¿Qué caracteriza esta discusión ahora? La ac- caracteriza esta discusión ahora? La ac- caracteriza esta discusión ahora? La actitud positiva de la crítica no especializada ante las producciones literarias más vendidas y el beneplácito del público ante las mismas, al menos en teoría; porque, tal como se expone en este artículo, el público (lectores-compradores de libros) y la crítica literaria cultural y académica siguen demeritando el trabajo de los escritores cuyas obras parecen escritas siguiendo las leyes del mercado, y validando aquellas obras cuyo valor estético está en la originalidad de la presentación y narración del tema, y en el placer difícil, como efecto de lectura, que difiere de las expectativas de entretenimiento más superficiales del lector. De esta manera, el prejuicio crítico acerca de que las fuerzas del mercado condicionan de modo creciente el destino de los productos culturales y, por ende, el gusto de los lectores, no sería la única respuesta a la situación actual de la novela en Colombia. Lo que sí han hecho las fuerzas del mercado es poner en primer plano al público lector, al instaurarlo como eje del proceso literario. Para el autor, entonces, la aceptación del público se convierte en la forma de tener un contrato a largo plazo con la editorial. Por lo tanto, la encrucijada de ver al público con indiferencia o como una amenaza se resuelve con la validación del mismo, es decir, afirmando que se escribe para un público lector y no para la legitimación ante los críticos literarios. Por su parte, los lectores se sienten privilegiados, pues ahora parecen más importantes que la crítica literaria, que los lectores “profesionales”. Los comentaristas culturales se suman a este elogio del lector; pero para la crítica cultural especializada y académica, y los libreros y distribuidores, la situación es otra.

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Gracias a los datos proporcionados por la Librería Lerner y a lo hallado, clasificado y analizado en la hemeroteca y en internet, es posible plantear la siguiente hipótesis: en el actual campo de la novela colombiana se intentan validar dos tipos de racionalidad crítica y, por ende, dos formas de apropiación de los productos literarios, es decir, dos sistemas de distinciones simbólicas que corresponden a la trasformación de la estructura del campo literario colombiano en los años noventa, transformación que cambió, a su vez, la estructura de los gustos (Bourdieu 1997, 241). Por un lado, se encuentra aquella crítica que identifica la conexión fácil con el lector por encima de cualquier otro criterio de valor estético y, por otro, aquella que toma en cuenta, sobre todo, el modo de narrar no estereotipado y la distancia narrativa como criterios de valor de las obras literarias. Estas racionalidades críticas conllevan una actitud diferente frente al modo de apropiación de la literatura: mientras la crítica centrada en la habilidad del autor para “atrapar al lector” coincide con un público que ve en los autores analizados una forma de apropiarse “democráticamente” de una práctica cultural que hasta los años ochenta estuvo más dirigida hacia grupos especializados de lectores y productores literarios (aún identificados, en su gran mayoría, con el concepto de “alta cultura” en contraste con el de “cultura popular”), la crítica centrada en el lenguaje no estereotipado coincide con la tradicional forma de buscar una distinción (Bourdieu 1988, 225-228), tanto estética como social, (fundamentada en la creencia en el arte autónomo)2 para hacerle frente a la indiferencia de la “democracia”.

A pesar de que nuestra “ciudad letrada” caiga en los años setenta (después del Frente Nacional), cuando la separación entre campo artístico y campo del poder es clara (Shouse 120) y los productores literarios surjan de las clases medias, sin relación sobresaliente con las élites culturales, políticas o económicas del país; dichos productores se relacionan con una forma de entender la literatura desde el paradigma impuesto por el boom de la literatura latinoamericana (alta tecnificación narrativa, elaboración de miradas complejas sobre la realidad latinoamericana), es decir, con “altos” valores estéticos. Estos valores coincidieron con el horizonte de expectativas de los lectores de la época: personas que, o bien provenían de clases altas y, por ende, con una tradición lectora que les permitía acceder al pacto narrativo propuesto en sus libros por los autores del boom, o bien provenían de clases medias que ya habían accedido a las universidades y que también podían acceder a este pacto. Entre estas personas se incluía al crítico literario de la época, quien también estaba de acuerdo con ese pacto que ponía a la literatura latinoamericana en una tradición universal.

Aunque en las novelas de finales de los setenta y la década de los ochenta gran parte del material de las obras provenía de la esfera de la cultura popular, este era elaborado a través de un simulacro de seducción que decepcionaba las expectativas de placer de un lector que esperara encontrar en la obra literaria el mismo deleite que hallaba en el consumo de la radionovela o el cómic (Baudrillard, citado por Amar Sánchez, 32-33). A partir de la década de los noventa, se conjugan dos fenómenos: por un lado, algunas editoriales españolas se dan cuenta de que Latinoamérica es un mercado que no se puede descuidar y vuelven (después del boom) a posar sus ojos y sus intereses en nuestra literatura (y en nuestras editoriales, que entran a hacer parte, en su mayoría, de los conglomerados españoles) como una forma de consolidar el mercado en lengua española; y, por otro, la academia literaria colombiana deja traslucir algunos signos de un cambio de paradigma frente al valor estético.

Este cambio ya era perceptible en los años ochenta debido a dos hechos: el Premio Nobel otorgado a Gabriel García Márquez y la inauguración de la Feria del Libro de Bogotá en 1988 (Cobo Borda, 184).Estos sucesos tienen como consecuencia un gran aumento del tiraje de los libros y la ampliación del mercado , cuya importancia en el campo literario es creciente. La literatura deja de ser vista —de manera más evidente que en años anteriores— como un consumo cultural para pocos; en otras palabras, es un intento de masificación del consumo literario: los libros de García Márquez demuestran que la literatura también puede ser un producto de consumo masivo (representación de altas ventas) y la Feria del Libro muestra que la literatura puede ser un gancho atractivo para llamar la atención de un amplio público (un número significativo de clientes potenciales).

1 Pierre Bourdieu define el gusto como un “sistema de preferencias concretamente manifestado en opciones de consumo” (1997, 241).

2 Esta tradicional búsqueda y “conquista” de la autonomía es la que define los fenómenos del campo literario en un momento dado de su desarrollo (según las posiciones y las tomas de posición reconocidas). Lo importante para una historia de la literatura y para los estudios literarios, en general (crítica y teoría literarias), es definir las formas en las que esta búsqueda se presenta como posible y deseable para los agentes del campo y los obstáculos que impone el sistema literario para su desarrollo (Bourdieu 1997, 98-99).

martes, 13 de octubre de 2015

NOVELA CONTEMPORÁNEA CAFÉ LITERARIO BP LA VICTORIA

NOVELA CONTEMPORÁNEA CAFÉ LITERARIO BP LA VICTORIA


    Juan Gabriel Vázquez
                                          Las reputaciones
                                      El ruido de las cosas al caer
   
   Fernando Vallejo
                                           El desbarrancadero
                                        Años de indulgencia

Tomas González
                                            La luz difícil
                                        Los caballitos del diablo

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Análisis de la novela - Notas de A. Robert Lauer


ANÁLISIS DE LA NOVELA

Mikhail Bakhtin
(1895-1975)
Notas de
A. Robert Lauer

DEFINICIÓN DEL GÉNERO NOVELA:   Una novela es un relato de lo que les sucede a ciertas personas en cierto lugar, tiempo y circunstancias.  Así que los tres elementos constituyentes de una novela son: ACCIÓN (lo que sucede), CARACTERES (las personas) y AMBIENTE (el escenario, la época, la atmósfera).

ELEMENTOS INTEGRANTES DE LA NOVELA:

I.  CONTENIDO:
     A.  Título: su sentido y función.
     B.  Asunto (resumen de la obra)
     C.  Tema (idea dominante)
     D.  Elementos de la novela:
          1.  Personajes:
               a.  Clasificación, caracteres, tipos, símbolos
               b.  Caracterización directa o indirecta
               c.  Relación entre personaje y acción
               d.  Relación entre personajes y ambiente
          2.  Ambiente:
               a.  Escenario y época (el donde y el cuando de los hechos)
               b.  Índole real o ficticia, rural o urbana, actual o del pasado
               c.  Atmósfera (sensación que prevalece en la obra)
          3.  Acción:
               a.  Naturaleza:
                    1.  Interna o externa
                    2.  En el tiempo o en el espacio o en ambos
                    3.  Tiempo  de  duración  de la  acción y  tiempo vivido.
               b.  Lógica y motivación:
                    1.  Relación causal o casual.
                    2. Obedece a motivos o propósitos humanamente comprensibles o actúa arbitrariamente o movido por fuerzas superiores.
II.  FORMA:
     A.  Estructura o composición:
          1.  Exposición
          2.  Nudo
          3.  Desarrollo
          4.  Punto culminante
          5.  Resolución
     B.  Composición: lógica o artística
     C.  Relación entre contenido y estructura:
     D.  Aspectos técnicos:
          1.  Punto de vista
          2.  Técnicas narrativas
          3.  Relación entre el autor y la forma
     E.  Estilo:
          1.  El lenguaje y sus particularidades: la lengua. 
          2.  Relación entre contenido y forma
          3.  Relación entre autor y forma
     F.  Apreciación y valores de la novela:
         1. Valores diversos: lógicos, éticos, estéticos, lingüísticos, etc.
Conceptos generales sobre la novela.

Origen: Del italiano novella. Obra de ficción, no histórica, en prosa, de más de 35.000 palabras, que crea un mundo cerrado (que atrapa al lector por su interés) a imagen de la vida (se inventa un mundo imaginario parecido al mundo real pero no pretende ser éste, i.e., no es una trascripción, registro, o fotografía de la vida) en la que va envuelta una visión del mundo y de la vida (cosmovisión o Weltanshauung).  Esta imagen de la vida es generalmente más ordenada, coherente y ordenada que la vida real.  O sea, el novelista escoge los materiales que le parecen más significativos y los organiza de una manera nueva (Hegel, Estética).  El novelista puede establecer su propia lógica en su mundo ficticio, pero este mundo de invención debe ser coherente estéticamente.   La función esencial de la novela es describir dinámicamente una atmósfera cuya misión es referir una acción concreta llevada a cabo por ciertos personajes.  Debe producir también múltiples impresiones (peripecias) y no sólo una (como el cuento).  Como estructura debe atraer irresistiblemente al lector (José Ortega y Gasset).  Según György Lukacs, la novela debe ocuparse de la vida del hombre que vive cargado de problemas y que busca valores a que asirse para solucionarlos (la novela realista sigue así una función social).   El esteticismo de la novela de vanguardia (ilusionista, de evasión social) es un escape de la lucha por buscar esos valores; esta novela acepta la condición humana como algo permanente que no puede solucionarse.  Según Jean-Paul Sartre, el novelista usa palabras como signos de comunicación para producir cambios en la sociedad, cambiando el ambiente social del hombre y el concepto que el hombre tiene de sí. (José Ortega y Gasset, Ideas sobre la novela; György Lukacs, Teoría de la novela; Lucien Goldmann, Pour une sociologie du roman; Jean Paul Sartre, ¿Qué es literatura?).  La novela también debe ser morosa en la presentación (esto es parte de la descripción) [tempo lento].  La novela también muestra explícita o implícitamente la cosmovisión del autor.  Las novelas pueden ser de tema (la visión del mundo se expresa indirectamente o en forma implícita) o de tesis (cuando se insiste en esta visión y se presenta explícitamente).


José Ortega y Gasset

György Lukacs

Lucien Goldmann

Jean-Paul Sartre

E. M. Forster
PANORAMA DE LA NOVELA:

La narrativa de la edad media tuvo un carácter épico.  Los cantares de gesta eran poemas narrativos que contaban los hechos de valor del héroe épico.  Se exalta en El Cid al héroe caído que lucha por su honor y consigue uno más alto al final de la epopeya.

BIZANTINA: Dos nobles virtuosos se separan al principio de la obra.  Sufren cautiverios, naufragios, secuestros, al final se encuentran y se casan.  Novela de acción verosímil. Persiles y Sigismunda (1617) de Cervantes.  El modelo viene de Grecia: Aethiopica (Eng. An Ethiopian Romance) [obra conocida también como Teágenes y Cariclea <Eng. Theagenes and Chariclea>] de Heliodoro (Heliodorus), escritor griego del siglo III d. de C.  Esta obra fue «encontrada» en el Renacimiento (en 1526) y publicada en 1534 en Basilea (Basel), Suiza.  Hay una edición latina de 1551.
MORISCA: De guerras y conflictos con los moros, a quienes se ven como capaces de la misma nobleza como los españoles.  Supuestamente histórica.  Novela de acción histórica. El Abencerraje.  Guerras civiles de Granada de Ginés Pérez de Hita.
NOVELA CABALLERESCA: El caballero Çifar (1300).  Narración novelesca, didáctica, hagiográfica (vidas de santos) y científica con naufragios, raptos, guerras, piraterías e intervenciones milagrosas.  Tirant lo Blanch.
NOVELA SENTIMENTAL: A finales del siglo XV.  Novelas amorosas donde se describen en forma morosa (lenta) las vicisitudes de la vida amorosa de los personajes.  Éstas son narraciones de amores no recíporcos, de poca acción, de narración alegórica.  Cárcel de amor de Diego de San Pedro.
NOVELA DRAMÁTICA: Fines del siglo XV.  Novela dramática o dialogada.  Se eliminan las descripciones y se usa el diálogo exclusivamente.  Los personajes hablan y el autor no interviene en la acción.  Tragicomedia de Calixto y Melibea (o La Celestina) de Fernando de Rojas.  La vida humana es vista como tragedia en la que el hombre es arrastrado por terribles fuerzas que no puede controlar.  Los amantes, criados, y la Celestina encuentran la muerte al final.
LIBRO O NOVELA DE CABALLERÍA: Amadís de Gaula (siglo XVI).  Se revive el espíritu de la época medieval.  Serie de aventuras fantásticas, cosas inverosímiles e idealizaciones sentimentales.  Amadís es el caballero perfecto siempre al servicio de la justicia.  Lucha contra las fuerzas del mal.  Estructura ab ovo.  Novela de acción inverosímil.  Héroe que nace secretamente, crece, se entera de quien es, participa en varias batallas y se casa al final con su amada.  Vienen de Francia: Chrétien de Troyes (Lanzarote, Perceval, Tristán).  Novela de acción verosímil o inverosímil.
NOVELA PASTORIL: Segunda mitad del XVI.  Paisaje convencional y falso, expresión amorosa insincera, mezcla de mitología clásica con supersticiones modernas.  Mucha retórica y poca acción.  Encuentro accidental.  Narraciones interrumpidas.  Conclusión dramatizada.  Ejercicios retóricos.  Novela de narración.   Diana de Jorge de Montemayor; Diana enamorada de Gaspar Gil Polo; Arcadia de Lope de Vega; Galatea de Cervantes.  El modelo para España viene de la Arcadia (1534) del italiano Jacopo Sannazaro.
NOVELA PICARESCA: Antítesis de la novela pastoril y la novela de caballería en técnica y contenido.  El héroe no es un noble sino un pícaro pobre.  Sus aventuras son desventuras.  El ideal del protagonista no es la justicia ni el amor sino la comida.  No defiende la sociedad sino que la usa, acusa y maldice.  Es totalmente realista, amarga, pesimista.  Sucesión de episodios desagradables ligados entre sí por el protagonista. Lazarillo de Tormes (1525), Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599), El buscón de Quevedo (siglo XVII).  El modelo de estas obras es el Satiricón (Satyricon) de Petronio (Petronius), El Asno de Oro (The Golden Ass) de Apuleyo (Apuleius [123-180 d. de C.]) y El Lazarillo de Tormes.  Novela de contra género (contra el género de novelas de caballerías) pero no de parodia según E. C. Riley.  Preocupación social.  Novela de un individuo de casta social ínfima que pasa por muchos amos y degenera moralmente.  Novela de acción realista.  Sin cambio sicológico.  El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán es el mejor ejemplo.
DON QUIJOTE: Primera narrativa moderna.  Novela paródica itinerante de varias peripecias, múltiples impresiones, perspectivas variadas, personajes y narradores de metaficción (se salen del marco de la novela), personajes desarrollados, situaciones realistas, cosmovisión ambigua.
Las narrativas ficticias más populares entre 1492 y 1605:
1.  La Celestina, de Fernando de Rojas.  Comedia humanista o ficción dialogada.
2.  Libro áureo de Marco Aurelio [Eng. The Dial of Princes], de Fray Antonio de Guevara.  Libro misceláneo, anecdótico, ejemplar.
3.  Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán.  Novela picaresca.
4.  Guerras civiles de Granada, de Ginés Pérez de Hita.  Novela morisca que pasa por historia.
5.  La Diana, de Jorge de Montemayor.  Novela pastoril. [romance]
6.  El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.  Novela realista, paródica.
7.  Amadís de Gaula, novela de caballería [romance], refundición de Rodríguez de Montalvo.
8.  Cárcel de amor, de Diego de San Pedro.  Novela sentimental [romance].
Después del Quijote hay también NOVELAS ROMÁNTICAS (históricas o de tesis) [Sir Walter Scott, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Gil y Carrasco, José de Larra]; NOVELAS REALISTAS (siglo XIX; reproducción de la vida cotidiana, género anti-romántico.  Literatura objetiva, preocupada por problemas sociales y económicos.  Novela documentada y científica basada en la realidad del mundo circundante (Balzac).  La novela realista puede ser de tesis (propósito didáctico y polémico; el autor manipula a sus personajes para probar su tesis sin dejar que los personajes evolucionen por sí mismos: Fernán Caballero (Cecilia Francisca Josefa Böhl von Faber), Alarcón [El escándalo], Juan Valera, Benito Pérez Galdós [El amigo manso]); NOVELAS NATURALISTAS (realismo brutal a la Émile Zola; temas crudos [prostitución de infantes] y ambientes sórdidos [fábricas deshumanizadoras]: Emilia Pardo Bazán, Los Pazos de Ulloa, La madre naturaleza; Clarín (Leopoldo Alas), La regenta; Blasco Ibáñez, La bodega; y NOVELAS REGIONALES: reproduce las costumbres, ambientes, dialectos, y particularidades lingüísticas de una determinada región (José María de Pereda, Sotileza, El sabor de la tierruca; Palacio Valdés, Marta y María).

Las novelas modernas son singulares: Niebla de Miguel de Unamuno; La voluntad de Azorín (José Martínez Ruiz), etc.  La novela contemporánea presenta un mundo inquietante, inestable, en peligro.  Presenta enigmas, no lecciones.  Es incompleta en la presentación del escenario y los personajes, que actúan en forma inconexa o contradictoria, como en la vida real.  Se usa el psicoanálisis.  Se desprecia lo racional.  Se exploran mundos interiores, visiones de locos o ultra-personales, el inconsciente (Yo el supremo, de Roa Bastos), el ensueño, el estupor alcohólico (El compadre, de Carlos Droguett), el recuerdo (Proust), la imprecisión fugaz (Henry James, Virginia Woolf).

PERSONAJES: flat (llanos) o round (redondos) [E. M. Forster].  Los primeros se construyen alrededor de una idea o de una pasión única (el poder, el amor, la obsesión, etc.).  Los redondos tienen varias facetas, son personajes dudosos, contradictorios, heroicos y mezquinos a la vez, misteriosos, no predeterminados por el novelista, que se hacen a sí mismos a lo largo de la obra, seres enormes, indecisos, invisibles en sus tres cuartas partes, como témpanos de hielo (icebergs) [Forster].

PERSPECTIVISMO: No hay verdad absoluta; todo es relativo.  Cada persona tiene su propia verdad, su propia visión del mundo, su forma propia de hablar. Su visión del mundo es íntimamente personal y propia.  Puede haber varios puntos de vista (Quijote, Carlos Fuentes)

CLASIFICACIÓN DE LA NOVELA POR TÉCNICA (José Ortega y Gasset):
1.   Por técnica:
      a.  Novela narrativa
      b. Novela autobiográfica (punto de vista narrativo de primera persona)
          1.  Diario
          2.  Memoria (Güiraldes, Don Segundo Sombra; Rivera, La vorágine).
                 c.  Novela epistolar (Valera, Pepita Jiménez; Bram Stoker, Drácula)
                 d.  Novela dialogada (Pío Baroja, Paradox Rey).  Predominio del diálogo.
                 e.  Novela alegórica (Franz Kafka, El castillo)
                 f.  Novela pictórica y novela dramática: 
                       1).  Novela pictórica o panorámica: insiste en un lienzo ininterrumpido de narración con la presencia del autor siempre a la vista (Tolstoy, La guerra y la paz)
                       2).  Novela dramática.  El autor desaparece de enfrente del lector y trabaja su material a base de escenas o cuadros trabados entre sí por resúmenes narrativos (G. Flaubert, Madame Bovary; Valle Inclán, Tirano Banderas)

CLASIFICACIÓN DE LA NOVELA SEGÚN ORTEGA Y GASSET Y RAFAEL LAPESA, Introducción a los estudios literarios:
     a.  Novela ilusionista.  Relatos aventureros y narraciones situadas en ambiente fantástico o idílico.  Interesan los personajes mismos, extraordinarios y atrayentes, y la complicación de la acción (peripecias múltiples).  Libros de caballerías, novelas pastoriles, bizantinas (Heliodoro, Aethiopica; policíacas (Ian Fleming, James Bond, etc.).
     b.  Novela realista.  Forma veraz e intensa de pintar almas y ambientes: 1) Novela PSICOLÓGICA (analiza los caracteres); 2) DE COSTUMBRES (describe círculos sociales).

ELEMENTOS INTEGRANTES DE LA NOVELA: Una novela es un relato de lo que les sucede a ciertas personas en cierto lugar, tiempo y circunstancias.  Así que los tres elementos constituyentes de una novela son: ACCIÓN (lo que sucede), CARACTERES (las personas), y AMBIENTE (el escenario, la época, la atmósfera).

1.  ACCIÓN.  Contenido de los hechos.  Sucesos unidos que se desarrollan con intensidad progresiva hasta llegar al PUNTO CULMINANTE.  El elemento central de interés es el CONFLICTO de fuerzas: externo y objetivo [de un personaje con otro; de un personaje con un ambiente; de un personaje con su destino] o interno y subjetivo.  La forma en que los sucesos de la acción están organizados se llama COMPOSICIÓN o ESTRUCTURA: cronológico y causal [estructura lógica: ab ovo]; o libre o artística [in medias res o in extremas res, que requieren retrospecciones temporales > flashbacks, etc.].  La ESTRUCTURA de la novela se divide en 3 partes: 1.  EXPOSICIÓN (el estado de las cosas antes del conflicto), 2. NUDO o DESARROLLO (el desenvolvimiento de la acción en línea ascendente hasta llegar al punto culminante), 3. DESENLACE (la solución de la situación problemática).

2.  CARACTERES.  Los PROTAGONISTAS son de participación más destacada.  Hay personajes EPISÓDICOS que aparecen en un sólo momento.  La caracterización es DIRECTA cuando el autor nos informa cómo son, e INDIRECTA, cuando la personalidad del personaje se desenvuelve ante el lector por medio de lo que hace, dice y por lo que otros piensan de él.  Los personajes pueden ser ESTÁTICOS, DINÁMICOS, EVOLUTIVOS, PLANOS, y REDONDOS.  Los caracteres tienen individualidad y vida propia (Don Quijote, Hamlet, Falstaff); los tipos representan un grupo o clase.

3.  AMBIENTE O MARCO ESCÉNICO: El lugar y la época en que se desarrolla la acción constituye el ambiente.  El ámbito espacial puede abarcar el mundo eterno (Jules Verne, La vuelta al mundo en ochenta días) o un lugar único y particular (un sanatorio para tuberculosos en La montaña mágica de Thomas Mann).  En las novelas de aventura y de acción el ambiente es extenso, en las de carácter psicológico es más reducido.  El TIEMPO puede abarcar varias generaciones (La guerra y la paz) o durar un día (Ulises de James Joyce).  No todo el tiempo de la acción es vivido por el lector.  El tiempo vivido por el lector es casi siempre mucho menor que el tiempo de duración (excepción: Ulises).  La retrospección o flashback (analepsis) es el recurso habitual de la vuelta atrás en el tiempo (v. gr., un recuerdo); la anticipación o flashforward (prolepsis) es el recurso de adelantarse al tiempo cronológico (e.g., una profecía o una conjetura).  También hay tiempo circular (se puede leer la novela por cualquier página ya que el orden de la lectura es indiferente: La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes).  La presentación del marco temporal espacial puede ser DIRECTA (el autor mismo nos informa el lugar y época) o INDIRECTA (el lector tiene que llegar a sus propias conclusiones basándose en evidencia interna, histórica, geográfica, cultural, etc.).

TÉCNICAS NARRATIVAS: El PUNTO DE VISTA narrativo se relaciona con la mente o los ojos que ven la acción narrada, que puede ser la del propio autor o la de un personaje o espectador de la acción.  Los PUNTOS DE VISTA son de TERCERA y de PRIMERA persona: La perspectiva de la TERCERA persona es la del autor omnisciente que ve la acción y la comunica al lector.  El autor tiene conocimiento absoluto de todo, no sólo de los sucesos exteriores sino de los sentimientos más íntimos de sus personajes.  El autor omnisciente puede adoptar una actitud subjetiva (opinando y comentando sobre la acción o los personajes: Thackeray, Vanity Fair), o una actitud objetiva (voz narradora despersonalizada: James Joyce).  El autor como observador (tercera persona limitada) ve y cuenta la acción pero no con un conocimiento absoluto sino LIMITADO.  En este caso hay cosas que el autor «ignora».  El punto de vista también puede ser una INTELIGENCIA CENTRAL, cuando el autor narra en tercera persona pero viendo las cosas a través de un personaje (lo que ese personaje no percibe tampoco lo percibe el autor).  Pero la perspectiva puede cambiar de personaje a personaje (PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR AMBULANTE o roving narrator [Caroline Gordon & Allen Tate, House of Fiction).  PRIMERA PERSONA.  El punto de vista del PROTAGONISTA o primera persona central.  El personaje principal cuenta su propia historia en primera persona (Rivera, La vorágine).  También se puede adoptar el punto de vista de un PERSONAJE SECUNDARIO que narra en primera persona la historia del protagonista (Scott Fitzgerald, The Great Gatsby).  El punto de vista puede ser también de un mero OBSERVADOR, o PRIMERA PERSONA PERIFÉRICA (observador marginal, sin participación activa en la acción, pero que fue testigo de ella).

PROCEDIMIENTOS NARRATIVOS.   TÉCNICA NARRATIVA TRADICIONAL: El autor omnisciente narra directamente los acontecimientos en forma general o panorámica (visión general de las cosas) o escénica (momentos seleccionados, ciertos trozos de la vida). TÉCNICA EPISTOLAR (serie de cartas.  La voz del autor desaparece y quedan las de los corresponsales: Juan Valera, Pepita Jiménez; Bram Stoker, Drácula). TÉCNICA DIALOGADA (el autor desaparece y quedan los personajes dialogando.  La voz del autor se oye de vez en cuando en acotaciones o notas (Pío Baroja, Paradox Rey; Ramón del Valle Inclán, Tirano Banderas). TÉCNICA DE MEMORIAS (en primera persona, desde el presente, un personaje recuenta la historia del pasado hasta llegar al momento presente de la historia). TÉCNICA DE DIARIO (se van anotando los acontecimientos más significativos de la vida del personaje y así se teje la historia).

ACERCAMIENTOS NARRATIVOS (SUBJETIVISMO MODERNO): MONÓLOGO INTERIOR o «fluir de la conciencia» (el narrador narra impresiones fugaces en forma delirante, sin orden temporal.  Su conciencia fluye y se exponen los sentimientos más íntimos sin organización lógica tal y como vienen a la mente.  A veces se eliminan los signos de puntuación y las estructuras gramaticales.  Este discurso refleja el caos interno del personaje.  A veces no hay pausas, comas, o puntos.  Libre confesión: Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Agustín Yáñez).  CONTRAPUNTO: La simultaneidad de planos distintos presentados a la vez (en una misma página los personajes van del presente al pasado y regresan al futuro, etc.  Simultaneidad de tiempos, lugares y personajes sin prevenir al lector del cambio.  Provoca esta lectura confusión al lector. ENFOQUE NARRATIVO MÚLTIPLE:  Se presenta una acción desde diferentes puntos de vista.  Técnica cubista.  Luces de bohemia de Valle Inclán (forma de novela dialogada); Rashomon de Akira Kurosawa; ciertas partes del Quijote). La pluralidad de perspectivas plantea nuevas dificultades al lector, que entonces tiene que escoger.

TONO: La actitud del autor hacia un objeto, situación, o personaje, o ideas discutidas por los personajes.  El tono es la voz del autor.  Puede ser serio, sarcástico, grave, irónico y es elemento indispensable para la recta interpretación del sentido de la narración.  El tono sirve para indicarnos de que lado caen las simpatías del autor.  SÍMBOLOS (representaciones concretas u objetivizaciones externas de ideas): por ejemplo en títulos (Benito Pérez Galdós, Doña Perfecta; Rómulo Gallegos, Doña Bárbara) o en los nombres de los personajes (Tirano Banderas, Don Inocencio, Nosferatu [«no muerto»], Chew Mee [The Man with the Golden Gun], Placerdemivida [Tirant lo Blanch]).

En el siglo XX, en cuanto a narración ficticia se refiere, preferimos lo subjetivo (la verdad habita en el interior del hombre), lo personal, donde cada personaje se define por sus palabras y sus obras mucho más que por su caracterización previa que de él nos hace el autor. El autor ha desaparecido.  Los personajes han quedado en libertad para actuar.  El autor no debe ser el juez de sus personajes sino un puro testigo imparcial.



TOMADO DE:
http://faculty-staff.ou.edu/L/A-Robert.R.Lauer-1/Novela.html

lunes, 7 de septiembre de 2015

Juan Gabriel Vásquez en conversación con Felipe Restrepo Pombo



Juan Gabriel Vásquez en conversación con Felipe Restrepo Pombo




Juan Gabriel Vásquez, Premio Alfaguara de Novela 2011 por El ruido de las cosas al caer, presenta su último trabajo, Las reputaciones, donde narra la historia de Samanta Leal, de 35 años, que con mentiras se introduce en la casa de Javier Mallarino, el mejor caricaturista político de Colombia, para rogarle que le ayude a recordar lo sucedido en esa misma casa 28 años atrás. En conversación con Felipe Restrepo Pombo.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Una Flor Amarilla - Julio Cortázar

Una Flor Amarilla - Julio Cortázar
(Final del juego, 1956

         Parece una broma, pero somos inmortales. Lo sé por la negativa, lo sé porque conozco al único mortal. Me contó su historia en un bistró de la rue Cambronne, tan borracho que no le costaba nada decir la verdad aunque el patrón y los viejos clientes del mostrador se rieran hasta que el vino se les salía por los ojos. A mí debió verme algún interés pintado en la cara, porque se me apiló firme y acabamos dándonos el lujo de la mesa en un rincón donde se podía beber y hablar en paz. Me contó que era jubilado de la municipalidad y que su mujer se había vuelto con sus padres por una temporada, un modo como otro cualquiera de admitir que lo había abandonado. Era un tipo nada viejo y nada ignorante, de cara reseca y ojos tuberculosos. Realmente bebía para olvidar, y lo proclamaba a partir del quinto vaso de tinto. No le sentí ese olor que es la firma de París pero que al parecer sólo olemos los extranjeros. Y tenía las uñas cuidadas, y nada de caspa.
         Contó que en un autobús de la línea 95 había visto a un chico de unos trece años, y que al rato de mirarlo descubrió que el chico se parecía mucho a él, por lo menos se parecía al recuerdo que guardaba de sí mismo a esa edad. Poco a poco fue admitiendo que se le parecía en todo, la cara y las manos, el mechón cayéndole en la frente, los ojos muy separados, y más aun en la timidez, la forma en que se refugiaba en una revista de historietas, el gesto de echarse el pelo hacia atrás, la torpeza irremediable de los movimientos. Se le parecía de tal manera que casi le dio risa, pero cuando el chico bajó en la rue de Rennes, él bajó también y dejó plantado a un amigo que lo esperaba en Montparnasse. Buscó un pretexto para hablar con el chico, le preguntó por una calle y oyó ya sin sorpresa una voz que era su voz de la infancia. El chico iba hacia esa calle, caminaron tímidamente juntos unas cuadras. A esa altura una especie de revelación cayó sobre él. Nada estaba explicado pero era algo que podía prescindir de explicación, que se volvía borroso o estúpido cuando se pretendía —como ahora— explicarlo.
         Resumiendo, se las arregló para conocer la casa del chico, y con el prestigio que le daba un pasado de instructor de boy scouts se abrió paso hasta esa fortaleza de fortalezas, un hogar francés. Encontró una miseria decorosa y una madre avejentada, un tío jubilado, dos gatos. Después no le costó demasiado que un hermano suyo le confiara a su hijo que andaba por los catorce años, y los dos chicos se hicieron amigos. Empezó a ir todas las semanas a casa de Luc; la madre lo recibía con café recocido, hablaban de la guerra, de la ocupación, también de Luc. Lo que había empezado como una revelación se organizaba geométricamente, iba tomando ese perfil demostrativo que a la gente le gusta llamar fatalidad. Incluso era posible formularlo con las palabras de todos los días: Luc era otra vez él, no había mortalidad, éramos todos inmortales.
         —Todos inmortales, viejo. Fíjese, nadie había podido comprobarlo y me toca a mí, en un 95. Un pequeño error en el mecanismo, un pliegue del tiempo, un avatar simultáneo en vez de consecutivo, Luc hubiera tenido que nacer después de mi muerte, y en cambio... Sin contar la fabulosa casualidad de encontrármelo en el autobús. Creo que ya se lo dije, fue una especie de seguridad total, sin palabras. Era eso y se acabó. Pero después empezaron las dudas, por que en esos casos uno se trata de imbécil o toma tranquilizantes. Y junto con las dudas, matándolas una por una, las demostraciones de que no estaba equivocado, de que no había razón para dudar. Lo que le voy a decir es lo que más risa les da a esos imbéciles, cuando a veces se me ocurre contarles. Luc no solamente era yo otra vez, sino que iba a ser como yo, como este pobre infeliz que le habla. No había más que verlo jugar, verlo caerse siempre mal, torciéndose un pie o sacándose una clavícula, esos sentimientos a flor de piel, ese rubor que le subía a la cara apenas se le preguntaba cualquier cosa. La madre, en cambio, cómo les gusta hablar, cómo le cuentan a uno cualquier cosa aunque el chico esté ahí muriéndose de vergüenza, las intimidades más increíbles, las anécdotas del primer diente, los dibujos de los ocho años, las enfermedades... La buena señora no sospechaba nada, claro, y el tío jugaba conmigo al ajedrez, yo era como de la familia, hasta les adelanté dinero para llegar a un fin de mes. No me costó ningún trabajo conocer el pasado de Luc, bastaba intercalar preguntas entre los temas que interesaban a los viejos: el reumatismo del tío, las maldades de la portera, la política. Así fui conociendo la infancia de Luc entre jaques al rey y reflexiones sobre el precio de la carne, y así la demostración se fue cumpliendo infalible. Pero entiéndame, mientras pedimos otra copa: Luc era yo, lo que yo había sido de niño, pero no se lo imagine como un calco. Más bien una figura análoga, comprende, es decir que a los siete años yo me había dislocado una muñeca y Luc la clavícula, y a los nueve habíamos tenido respectivamente el sarampión y la escarlatina, y además la historia intervenía, viejo, a mí el sarampión me había durado quince días mientras que a Luc lo habían curado en cuatro, los progresos de la medicina y cosas por el estilo. Todo era análogo y por eso, para ponerle un ejemplo al caso, bien podría suceder que el panadero de la esquina fuese un avatar de Napoleón, y él no lo sabe porque el orden no se ha alterado, porque no podrá encontrar se nunca con la verdad en un autobús; pero si de alguna manera llegara a darse cuenta de esa verdad, podría comprender que ha repetido y que está repitiendo a Napoleón, que pasar de lavaplatos a dueño de una buena panadería en Montparnasse es la misma figura que saltar de Córcega al trono de Francia, y que escarbando despacio en la historia de su vida encontraría los momentos que corresponden a la campaña de Egipto, al consulado y a Austerlitz, y hasta se daría cuenta de que algo le va a pasar con su panadería dentro de unos años, y que acabará en una Santa Helena que a lo mejor es una piecita en un sexto piso, pero también vencido, también rodeado por el agua de la soledad, también orgulloso de su panadería que fue como un vuelo de águilas. Usted se da cuenta, ¿no?.
         Yo me daba cuenta, pero opiné que en la infancia todos tenemos enfermedades típicas a plazo fijo, y que casi todos nos rompemos alguna cosa jugando al fútbol.
         —Ya sé, no le he hablado más que de las coincidencias visibles. Por ejemplo, que Luc se pareciera a mí no tenía importancia, aunque sí la tuvo para la revelación en el autobús. Lo verdaderamente importante eran las secuencias, y eso es difícil de explicar porque tocan al carácter, a recuerdos imprecisos, a fábulas de la infancia. En ese tiempo, quiero decir cuando tenía la edad de Luc, yo había pasado por una época amarga que empezó con una enfermedad interminable, después en plena convalecencia me fui a jugar con los amigos y me rompí un brazo, y apenas había salido de eso me enamoré de la hermana de un condiscípulo y sufrí como se sufre cuando se es incapaz de mirar en los ojos a una chica que se está burlando de uno. Luc se enfermó también, apenas convaleciente lo invitaron al circo y al bajar de las graderías resbaló y se dislocó un tobillo. Poco después su madre lo sorprendió una tarde llorando al lado de la ventana, con un pañuelito azul estrujado en la mano, un pañuelo que no era de la casa.
         Como alguien tiene que hacer de contradictor en esta vida, dije que los amores infantiles son el complemento inevitable de los machucones y las pleuresías. Pero admití que lo del avión ya era otra cosa. Un avión con hélice a resorte, que él había traído para su cumpleaños.
         —Cuando se lo di me acordé una vez más del Meccano que mi madre me había regalado a los catorce años, y de lo que me pasó. Pasó que estaba en el jardín, a pesar de que se venía una tormenta de verano y se oían ya los truenos, y me había puesto a armar una grúa sobre la mesa de la glorieta, cerca de la puerta de calle. Alguien me llamó desde la casa, y tuve que entrar un minuto. Cuando volví, la caja del Meccano había desaparecido y la puerta estaba abierta. Gritando desesperado corrí a la calle donde ya no se veía a nadie, y en ese mismo instante cayó un rayo en el chalet de enfrente. Todo eso ocurrió como en un solo acto, y yo lo estaba recordando mientras le daba el avión a Luc y él se quedaba mirándolo con la misma felicidad con que yo había mirado mi Meccano. La madre vino a traerme una taza de café, y cambiábamos las frases de siempre cuando oímos un grito. Luc había corrido a la ventana como si quisiera tirarse al vacío. Tenía la cara blanca y los ojos llenos de lágrimas, alcanzó a balbucear que el avión se había desviado en su vuelo, pasando exactamente por el hueco de la ventana entreabierta. «No se lo ve más, no se lo ve más», repetía llorando. Oímos gritar más abajo, el tío entró corriendo para anunciar que había un incendio en la casa de enfrente. ¿Comprende, ahora? Sí, mejor nos tomamos otra copa.
         Después, como yo me callaba, el hombre dijo que había empezado a pensar solamente en Luc, en la suerte de Luc. Su madre lo destinaba a una escuela de artes y oficios, para que modestamente se abriera lo que ella llamaba su camino en la vida, pero ese camino ya estaba abierto y solamente él, que no hubiera podido hablar sin que lo tomaran por loco y lo separaran para siempre de Luc, podía decirle a la madre y al tío que todo era inútil, que cualquier cosa que hicieran el resultado sería el mismo, la humillación, la rutina lamentable, los años monótonos, los fracasos que van royendo la ropa y el alma, el refugio en una soledad resentida, en un bistró de barrio. Pero lo peor de todo no era el destino de Luc; lo peor era que Luc moriría a su vez y otro hombre repetiría la figura de Luc y su propia figura, hasta morir para que otro hombre entrara a su vez en la rueda. Luc ya casi no le importaba; de noche, su insomnio se proyectaba más allá hasta otro Luc, hasta otros que se llamarían Robert o Claude o Michel, una teoría al infinito de pobres diablos repitiendo la figura sin saberlo, convencidos de su libertad y su albedrío. El hombre tenía el vino triste, no había nada que hacerle.
         —Ahora se ríen de mí cuando les digo que Luc murió unos meses después, son demasiado estúpidos para entender que... Sí, no se ponga usted también a mirarme con esos ojos. Murió unos meses después, empezó por una especie de bronquitis, así como a esa misma edad yo había tenido una infección hepática. A mí me internaron en el hospital, pero la madre de Luc se empeñó en cuidarlo en casa, y yo iba casi todos los días, y a veces llevaba a mi sobrino para que jugara con Luc. Había tanta miseria en esa casa que mis visitas eran un consuelo en todo sentido, la compañía para Luc, el paquete de arenques o el pastel de damascos. Se acostumbraron a que yo me encargara de comprar los medicamentos, después que les hablé de una farmacia donde me hacían un descuento especial. Terminaron por admitirme como enfermero de Luc, y ya se imagina que en una casa como ésa, donde el médico entra y sale sin mayor interés, nadie se fija mucho si los síntomas finales coinciden del todo con el primer diagnóstico... ¿Por qué me mira así? ¿He dicho algo que no esté bien?
         No, no había dicho nada que no estuviera bien, sobre todo a esa altura del vino. Muy al contrario, a menos de imaginar algo horrible la muerte del pobre Luc venía a demostrar que cualquiera dado a la imaginación puede empezar un fantaseo en un autobús 95 y terminarlo al lado de la cama donde se está muriendo calladamente un niño. Para tranquilizarlo, se lo dije. Se quedó mirando un rato el aire antes de volver a hablar.
         —Bueno, como quiera. La verdad es que en esas semanas después del entierro sentí por primera vez algo que podía parecerse a la felicidad. Todavía iba cada tanto a visitar a la madre de Luc, le llevaba un paquete de bizcochos, pero poco me importaba ya de ella o de la casa, estaba como anegado por la certidumbre maravillosa de ser el primer mortal, de sentir que mi vida se seguía desgastando día tras día, vino tras vino, y que al final se acabaría en cualquier parte y a cualquier hora, repitiendo hasta lo último el destino de algún desconocido muerto vaya a saber dónde y cuándo, pero yo sí que estaría muerto de verdad, sin un Luc que entrara en la rueda para repetir estúpidamente una estúpida vida. Comprenda esa plenitud, viejo, envídieme tanta felicidad mientras duró.
         Porque, al parecer, no había durado. El bistró y el vino barato lo probaban, y esos ojos donde brillaba una fiebre que no era del cuerpo. Y sin embargo había vivido algunos meses saboreando cada momento de su mediocridad cotidiana, de su fracaso conyugal, de su ruina a los cincuenta años, seguro de su mortalidad inalienable. Una tarde, cruzando el Luxemburgo, vio una flor.
         —Estaba al borde de un cantero, una flor amarilla cualquiera. Me había detenido a encender un cigarrillo y me distraje mirándola. Fue un poco como si también la flor me mirara, esos contactos, a veces... Usted sabe, cualquiera los siente, eso que llaman la belleza. Justamente eso, la flor era bella, era una lindísima flor. Y yo estaba condenado, yo me iba a morir un día para siempre. La flor era hermosa, siempre habría flores para los hombres futuros. De golpe comprendí la nada, eso que había creído la paz, el término de la cadena. Yo me iba a morir y Luc ya estaba muerto, no habría nunca más una flor para alguien como nosotros, no habría nada, no habría absolutamente nada, y la nada era eso, que no hubiera nunca más una flor. El fósforo encendido me abrasó los dedos. En la plaza salté a un autobús que iba a cualquier lado y me puse absurdamente a mirar, a mirar todo lo que se veía en la calle y todo lo que había en el autobús. Cuando llegamos al término mino, bajé y subí a otro autobús que llevaba a los suburbios. Toda la tarde, hasta entrada la noche, subí y bajé de los autobuses pensando en la flor y en Luc, buscando entre los pasajeros a alguien que se pareciera a Luc, a alguien que se pareciera a mí o a Luc, a alguien que pudiera ser yo otra vez, a alguien a quien mirar sabiendo que era yo, y luego dejarlo irse sin decirle nada, casi protegiéndolo para que siguiera por su pobre vida estúpida, su imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra imbécil vida fracasada hacia otra...
         Pagué.

10 Consejos de Julio Cortázar para escribir cuentos:

10 Consejos de Julio Cortázar para escribir cuentos:


1. No existen leyes para escribir un cuento, a lo sumo puntos de vista.
Nadie puede pretender que los cuentos sólo deban escribirse luego de conocer sus leyes… no hay tales leyes; a lo sumo cabe hablar de puntos de vista, de ciertas constantes que dan una estructura a ese género tan poco encasillable”. (Algunos aspectos del cuento)

2. El cuento es una síntesis centrada en lo significativo de una historia.
El cuento es …una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia”… “Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el "clímax" de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos”. (Algunos aspectos del cuento)

3. La novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out.
Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando ya las resistencias más sólidas del adversario. Tomen ustedes cualquier gran cuento que prefieran, y analicen su primera página. Me sorprendería que encontraran elementos gratuitos, meramente decorativos”. (Algunos aspectos del cuento)

4. En el cuento no existen personajes ni temas buenos o malos, existen buenos o malos tratamientos.
…en literatura no hay temas buenos ni temas malos, solamente hay un buen o un mal tratamiento del tema”. “Tampoco es malo porque los personajes carecen de interés, ya que hasta una piedra es interesante cuando de ella se ocupan un Henry James o un Franz Kafka”… “Un mismo tema puede ser profundamente significativo para un escritor, y anodino para otro; un mismo tema despertará enormes resonancias en un lector, y dejará indiferente a otro. En suma, puede decirse que no hay temas absolutamente significativos o absolutamente insignificantes. Lo que hay es una alianza misteriosa y compleja entre cierto escritor y cierto tema en un momento dado, así como la misma alianza podrá darse luego entre ciertos cuentos y ciertos lectores”. (Algunos aspectos del cuento)

5. Un buen cuento nace de la significación, intensidad y tensión con que es escrito; del buen manejo de estos tres aspectos.
…el cuentista trabaja con un material que calificamos de significativo... El elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en el hecho de escoger un acaecimiento real o fingido que posea esa misteriosa propiedad de irradiar algo más allá de sí mismo… al punto que un vulgar episodio doméstico… se convierta en el resumen implacable de una cierta condición humana, o en el símbolo quemante de un orden social o histórico… los cuentos de Katherine Mansfield, de Chéjov, son significativos, algo estalla en ellos mientras los leemos y nos proponen una especie de ruptura de lo cotidiano que va mucho más allá de la anécdota reseñada”… “La idea de significación no puede tener sentido si no la relacionamos con las de intensidad y de tensión, que ya no se refieren solamente al tema sino al tratamiento literario de ese tema, a la técnica empleada para desarrollar el tema. Y es aquí donde, bruscamente, se produce el deslinde entre el buen y el mal cuentista”. (Algunos aspectos del cuento)

6. El cuento es una forma cerrada, un mundo propio, una esfericidad.
Señala Horacio Quiroga en su decálogo: Cuenta como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento”. (Del cuento breve y sus alrededores)

7. El cuento debe tener vida más allá de su creador.
…cuando escribo un cuento busco instintivamente que sea de alguna manera ajeno a mí en tanto demiurgo, que eche a vivir con una vida independiente, y que el lector tenga o pueda tener la sensación de que en cierto modo está leyendo algo que ha nacido por sí mismo, en sí mismo y hasta de sí mismo, en todo caso con la mediación pero jamás la presencia manifiesta del demiurgo”. (Del cuento breve y sus alrededores)

8. El narrador de un cuento no debe dejar a los personajes al margen de la narración.
Siempre me han irritado los relatos donde los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica por su cuenta (aunque esa cuenta sea la mera explicación y no suponga interferencia demiúrgica) detalles o pasos de una situación a otra”. “La narración en primera persona constituye la más fácil y quizá mejor solución del problema, porque narración y acción son ahí una y la misma cosa… en mis relatos en tercera persona, he procurado casi siempre no salirme de una narración strictu senso, sin esas tomas de distancia que equivalen a un juicio sobre lo que está pasando. Me parece una vanidad querer intervenir en un cuento con algo más que con el cuento en sí”. (Del cuento breve y sus alrededores)

9. Lo fantástico en el cuento se crea con la alteración momentánea de lo normal, no con el uso excesivo de lo fantástico.
El génesis del cuento y del poema es sin embargo el mismo, nace de un repentino extrañamiento, de un desplazarse que altera el régimen “normal” de la conciencia”… “Sólo la alteración momentánea dentro de la regularidad delata lo fantástico, pero es necesario que lo excepcional pase a ser también la regla sin desplazar las estructuras ordinarias entre las cuales se ha insertado…  la peor literatura de este género es sin embargo la que opta por el procedimiento inverso, es decir el desplazamiento de lo temporal ordinario por una especie de “full-time” de lo fantástico, invadiendo la casi totalidad del escenario con gran despliegue de cotillón sobrenatural”. (Del cuento breve y sus alrededores)

10. Para escribir buenos cuentos es necesario el oficio del escritor.

…para volver a crear en el lector esa conmoción que lo llevó a él a escribir el cuento, es necesario un oficio de escritor, y que ese oficio consiste, entre muchas otras cosas, en lograr ese clima propio de todo gran cuento, que obliga a seguir leyendo, que atrapa la atención, que aísla al lector de todo lo que lo rodea para después, terminado el cuento, volver a conectarlo con sus circunstancias de una manera nueva, enriquecida, más honda o más hermosa. Y la única forma en que puede conseguirse este secuestro momentáneo del lector es mediante un estilo basado en la intensidad y en la tensión, un estilo en el que los elementos formales y expresivos se ajusten, sin la menor concesión… tanto la intensidad de la acción como la tensión interna del relato son el producto de lo que antes llamé el oficio de escritor”. (Algunos aspectos del cuento)

miércoles, 26 de agosto de 2015

LA NIÑA Y EL ARCO IRIS - Judith Restrepo

LA NIÑA Y EL ARCO IRIS


   Había una vez, una pequeña y graciosa niña llamada Margarita, vivía en el campo, junto a su familia, en una casa de techos color azul celeste, la cual se divisaba desde muy lejos, por lo que ías gentes de las veredas vecinas, solían llamarle el chalet azul.
Aunque a ella le agradaba mucho el campo, estudiaba en un colegio en la ciudad; Margaret había tenido muchas experiencias con el entorno en el que vivía, pero esta historia, sobrepasaba todo.
Sucedió una tarde plomiza de Abril, en que su mamá la envió a recoger pequeñas cerecitas silvestres, para elaborar un trabajo de manualidades de la escuela. La niña empezó su labor, eligiendo cerecitas rojas y verdes, que estaban tiradas en el suelo, de pronto la niña levanta !a vista y ¡oh sorpresa!, UN HERMOSO ARCO IRIS, se había formado delante de ella, jamás en sus 8 años, había visto algo igual; este arco iris era grande, muy grande, luminoso y de colores muy profundos.
Conforme ella se acerca, este parece moverse cuaí si tuviera vida, ya muy cerquita de el, la niña estira la mano y se atreve a tocarlo... íes de cristal! Grita emocionada la niña y conforme lo ¿caricia el empieza a retorcerse y de pronto dice: ¡niña por favor, que me haces cosquillas!
Ella sorprendida v asustada, da un paso atrás, pero el arco iris un poco avergonzado por asustar a la nena, le dice: -niña, perdóname no quise asustarte y la niña responde: -perdóneme usted a mi, nunca debí tocarlo, pero parece usted de cristal transparentes y de colores, es muy bonito!
¡Bonita tú! Que has sabido descubrirme, pero cuéntame como te llamas y donde vives? -Me llamo Margarita y vivo en una casa de campo, cerc3 de aquí. -Margarita, te gustaría subir a las nubes???
Y en ese instante una pequeña puerta, se abre casi a los pies de la niña, ella empieza a subir una escalera gigante, mientras hablaba con el arco iris, observa que al lado de las escaleras, corre un pequeño riachuelo de aguas cristalinas y transparentes, ella curiosa, toca el agua... ¡está muy fría! Dice, -señor arco iris, y esta agua de donde viene, mi abuela decía que usted se tragaba el agua de las tempestades, para que no hubiera otro diluvio, es eso cierto? -cierto, Margarita, esa es una promesa del Creador.
Ya la niña había subido mucho en la escalera y a través del cristal del arco iris, podía mirar ios campos,, los sembradíos, ios pequeños bosquecillos, su casa ailá a lo lejos y hasta ia ciudad que se asomaba en el horizonte.
De pronto el arco iris, un poco atemorizado, le advierte a la niña casi a gritos: -Margarita, Margarita, es mejor que bajes rápido, me estoy desvaneciendo, recuerda que solo duro 15 minutos, anda tienes que apresurarte, adiós... -adiós, señor arco iris...
La niña baja presurosa y faltando 2 o 3 escalones por recorrer, cuando este desaparece y Margarita cae al suelo. Ella feliz, se levanta y echa a correr, había vivido la experiencia más bonita.....¡Todo parece un sueño! Se decía: ¡todo parece un sueño!
De pronto a lo lejos escucha la voz de su madre, llamándole: -Margarita, te has quedado dormida, leyendo, debajo de este árbol.
La niña alborozada, contaba a su madre, el espectacular sueño que había tenido con el arco iris de cristal.... -arco iris de cristal?... Escaleras hasta las nubes?... Riachuelo de aguas cristalinas?
-Margarita, tienes una imaginación desbordante, deberías de escribir un cuento, para tu clase de Español, te iría muy bien!
¡Así lo haré, mamá!

FIN